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domingo, 23 de febrero de 2014

¿Qué es el sifrinaje?






Para comprender el sifrinaje 

(Etnografía de la rebelión de élites en Venezuela)

20 de febrero de 2014


El sifrinaje es el ethos cultural sedimentado por diferentes oleadas de migraciones europeas a Venezuela. Ciertamente la oposición actual tiene componentes populares provenientes del “ascenso social” de un Estado adeco y un país petrolero. Pero el “sifrinaje” es el sujeto que dirige, financia e impone los criterios últimos  en la oposición política.  Anteriormente llamado “mantuanaje” ha ocupado históricamente la cúpula de la obtención de riqueza y reacciona con virulencia ante cualquier intento de democratización social.
El chavismo es el sujeto político que emerge para confrontar la pretensión de perpetuación de poder de las élites quienes se ampararon en una forma de comprensión del “acontecimiento-Chávez” desde la inmediata “patologización del chavismo”; del chavismo como “enfermedad”, como “populismo”, “demagogia”, “ignorancia”. El chavismo dotó de sentido a partidarios y detractores, poniendo los temas de clase, procedencia y gusto en el centro de la diatriba.   
Lo explica desde la lógica norteamericana el intelectual republicano David Frum en su artículo  Venezuela: ¿abandonará el Chavismo?: “nadie había sido mejor vocero de los resentimientos y anhelos de sus clases subordinadas que Hugo Chávez. En una nación cuya élite históricamente parecía europea, el rostro de Chávez proclamaba su ascendencia indígena y esclavos africanos. Él bromeaba, se enfurecía, le concedía favores a los barrios y se hizo enemigo de las tradicionales clases altas” (http://mexico.cnn.com/opinion/2014/02/18/opinion-venezuela-abandonara-el-chavismo) En palabras anglosajonas aquí lo que hay es una rebelión de “los marrones” como define ese saber occidental el indiaje y negraje devenido “pardaje” como sujeto histórico-político de todo el Caribe como muy bien nos lo describe Juan Bosch.    
Briceño León cuando afirma que la “sociedad venezolana es vergonzosamente racista” investiga a las “clases 1: los ricos” y descubre  que sus miembros son “blancos-blancos”, o “blancos europeos” y que en Venezuela hay una relación proporcionalmente inversa entre capital y negritud. Su tesis es que “a mayor capital existe menor oscuridad en la piel” y que el ascenso social queda reducido a determinadas actividades económicas pero nunca a todas, “nunca a la mediana o gran industria” por ejemplo. En su investigación demuestra que es en las “clases 2: los nuevos ricos” y la Clase 3: “la clase media en ascenso” donde los “oscuros de piel” comienzan a pasar “los filtros sociales con más facilidad” (Las clases sociales en Venezuela, pág 151). La Clase Alta posee una fuerte influencia en las capas medias, “recién ascendidos” y los llamados “nuevos ricos” quienes tienen varias generaciones en la cúpula económica nacional pero sin el “linaje” exigido para ser incorporados a la Clase propiamente Alta, culturalmente Alta. Este complejo social permite hablar de Clases Altas y alinear en ese concepto a las clases medias donde se produce el sifrinismo como ideología.
Por su parte, explicará el filósofo Briceño Guerrero que  “el discurso mantuano (occidental-europeo) en lo material está ligado a un sistema social de nobleza heredada, jerarquía y privilegio que en la práctica (…) solo dejó como vía de ascenso socioeconómico la remota y ardua del blanquiamiento racial y la occidentalización cultural a través del mestizaje y la educación, doble vía exasperante, sembrada de obstáculos legales y prejuicios escalonados” (El laberinto de los tres minotauros, pág: VIII)
El sifrinaje entonces lleva decenas de generaciones viviendo en el país y nunca ha permitido el “entrecruzamiento racial”, (ni siquiera con los “orilleros” como aun hoy denominan a los europeos que no tienen “linaje”) y solo buscan filiación con las familias que llegaron en diferentes oleadas de castas del Norte de Europa:  Phellps, Vollmer, Blonh, Zing, por poner los ejemplos más notorios. Ese cerramiento familiar lleva a algunos a hablar de “taras” lo que siempre fue uno de los rumores clásicos entre los sectores populares para “burlarse” de sus opresores. Pero también se convirtió en tesis doctoral que llevó a la expulsión del psiquiatra e historiador Herrera Luque de la Facultad de medicina de la UCV.
Sifrinismo en la coyuntura (etnografía de la Alta cultura)
Ese sifrinismo es el que se manifiesta hoy, a principios de 2014, en las calles de sus lujosas y bien dotadas urbanizaciones. Lo que estas manifestaciones permiten visualizar es eso que Herrera Luque llamó el “ser mantuano” y la adherencia de sus nuevas generaciones que llevan por Rostro los estudiantes de universidades privadas y públicas de altísimo presupuesto financiado por el pueblo venezolano y con claras intenciones de vivir en el extranjero después de la obtención del título. Tienen cubiertas todas las necesidades, nunca han sufrido cortes de agua ni luz y viven rodeados de productos lujosos en medio de las mayores desigualdades. Esta “protesta” busca desconocer cualquier vía democrática para la obtención del poder político y reclama la necesidad del “linaje” y de la “herencia” para volver a la “normalidad”, a la “paz”. Otra vez Briceño Guerrero lo explica bien:  “las anacrónicas intrigas mantuanas no logran hacer contacto con lo real extraclásico más allá de lo necesario para sobrevivir” (Idem, pág. X)
Por ello, la mayor consecuencia del chavismo como fenómeno electoral, social y militar es que obligó a las élites a aceptar los caminos democráticos por lo que tuvieron que cambiar de estrategia e intentar apropiarse de urgentes y reales demandas populares, lo que le permitió influenciar, rozando el triunfo electoral en abril de 2013, las capas media-bajas que vienen creciendo gracias al ingreso petrolero de los últimos años y al “engordamiento” del Estado como aparato que sublima el Sentido socio-histórico y lo subsume en reivindicaciones laborales e individuales completamente desclasadas y que llevan a formar una clase incluida pero autorregulada y excluyente de las mayorías que no han podido ser incluidas. La Burocracia como clase, con sus propios intereses y nuevos temores.
Pero al culminar el “ciclo democrático” escenario donde han perdido los últimos 15 años, deciden nuevamente intentar el camino insurreccional faltando aún más de dos años para que pueda abrirse un nuevo escenario electoral.
El fracaso “temprano” del camino insurreccional que ocurrió esta semana, permitirá a la “oposición democrática”  que no se sumó a la aventura, reordenar su fuerza, retomar el horizonte del 2016 y “metabolizar” las demandas del sifrinaje como “sujeto único” con relación al resto de la oposición que más bien buscará solidificar su alianza con  sectores populares donde ya han tenido inserción y donde el conflicto de clase ha sido sublimado.
Pero el nuevo fracaso insurreccional también permite al chavismo denunciar al pueblo-Todo las intenciones reales del sifrinaje quien denigra de los sujetos populares, criminaliza toda acción popular que no sume a sus intereses y termina llamando “mono”, “horda”, “marginal” ya no solo al chavismo electoral, sino a los sectores populares que votan por su propuesta electoral. En definitiva, este escenario devela que son los “Amos del Valle” quienes están detrás de las campañas que interpelan el malestar popular.  Las familias Mendoza, Zuloaga, Machado, Capriles, que como nos recordó Domingo Alberto Rangel en el libro la Oligarquía del Dinero algunas son las mismas que vinieron a imponer la compañía Guipuzcoana y  condenaron a “orillarse” a buena parte de los europeos que venían de los sectores excluidos de Europa y de las islas, son los que dirigen las acciones opositoras.  Esos que protestan hoy son la descendencia de las oleadas europeas que culminaron quedándose con las principales riquezas del país por medio del saqueo, la violencia y la explotación; viven en las “zonas urbanizadas” de las ciudades, mantienen viaje constante con los países europeos y norteamericanos, comparten sus “valores culturales” y la principal demanda es que se detenga cualquier intento de “democratización social” y “socialización de las riquezas” con lo cual han respaldado siempre la férrea represión como la de aquel 27 de febrero. Esta demanda tendrán que esconderla los próximos años mientras sus líderes con “linaje” siguen educándose para convencer al Pueblo. 
El chavismo en cambio sufre el riesgo de, diluida la salida insurreccional, fiarse de las instituciones del Estado y sindicatos como el petrolero y perder influencia en el barrio como espacio privilegiado de producción de chavismo, con lo cual dejaría el camino libre, en plena “Guerra Económica”, para la penetración mayor y definitiva de una oposición diseñada con los contenidos populares que hoy a la dirigencia chavista le cuesta territorializar.