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lunes, 25 de agosto de 2014

La necesidad del protagonismo popular


Palabras en el premio Libertador
Marta Harnecker


1. Este libro termina de escribirse un mes después de la desaparición física del presidente Hugo Chávez Frías y no podría haberse escrito sin su intervención en la historia de América Latina. Muchas de las ideas que aquí se exponen están relacionadas de una u otra manera al dirigente bolivariano, sea a su pensamiento, sea a sus acciones a nivel interno, o a nivel regional y mundial. Nadie puede dudar que entre la América latina que recibió y la América latina que dejó hay un abismo.
2. Por eso lo se lo dedico con las siguientes palabras:
Al comandante Chávez cuyas palabras, orientaciones y entrega ejemplar a la causa
de los pobres, servirán de brújula para su pueblo y todos los pueblos del
mundo, y serán nuestro mejor escudo para defendernos de los que pretendan
destruir esa maravillosa obra que él empezó a construir.
3. Cuando triunfa en soledad, en las elecciones presidenciales de 1998, ya
el modelo capitalista neoliberal comenzaba a hacer aguas. El dilema no era
entonces otro que refundar ese modelo, evidentemente que con cambios, entre
ellos una mayor preocupación por lo social, pero movido por la misma lógica: la
lógica de la ganancia, de la búsqueda del lucro; o avanzar en la construcción
de otro modelo. Chávez tuvo la audacia de incursionar por este último camino y
para denominarlo decidió utilizar la palabra socialismo a pesar de la carga
negativa que ella tenía. Especificó que se trataba del socialismo del siglo XXI
diferenciándolo así del  socialismo soviético implementado durante el
siglo XX. No se trataba de “caer en los errores del pasado”: en esa “desviación
estalinista” que burocratizó al partido y terminó por eliminar el protagonismo
popular.
4. La necesidad del protagonismo popular era una de sus obsesiones y es el
elemento que lo distancia de otras propuestas de socialismo donde es el Estado
el que resuelve los problemas y el pueblo recibe los beneficios como una
dádiva.
5. Chávez estaba convencido de que el socialismo no se puede decretar desde
arriba, que hay que construirlo con la gente. Y entendía, además, que es a
través de la participación protagónica como las personas crecen, ganan en
autoconfianza, es decir, se desarrollan humanamente.
6. Siempre recuerdo el primer programa Aló Presidente de carácter más
teórico, del 11 de junio de 2009, cuando Chávez citó extensamente la carta que
Pedro Kropotkin —el anarquista ruso— escribió a Lenin el 4 de marzo de 1920:
Sin la
participación de fuerzas locales, sin una organización de las fuerzas desde
abajo, de los campesinos y de los trabajadores, por ellos mismos, es imposible
el construir una nueva vida.
Pareció que los soviets iban a servir precisamente para cumplir esta función de
crear una organización desde abajo. Pero Rusia se ha convertido en una
república soviética sólo de nombre. [...] la influencia del partido sobre la
gente [...] ha destruido ya la influencia de energía constructiva que tenían
los soviets, esa promisoria institución.”[1]
7. Por eso muy tempranamente yo creí necesario distinguir entre proyecto y
modelo socialista. Entendía por proyecto las ideas originales de Marx y Engels,
y por modelo la forma en que este proyecto se había materializado en la
historia. Si analizamos el socialismo soviético vemos que en los países que
implantaron ese modelo de socialismo —que recientemente ha sido denominado por
Michael Lebowitz: el socialismo de los conductores y los conducidos basado en
el modo de producción vanguardista—, el pueblo dejó de ser el protagonista, los
organismos de participación popular fueron transformándose en entidades
puramente formales, el partido se transformó en la autoridad absoluta, el único
depositario de la verdad, que controlaba todas las actividades: económicas,
políticas, culturales, es decir, lo que debió haber sido una democracia popular
se transformó en una dictadura del partido. Ese modelo de socialismo que ha
sido denominado por muchos “socialismo real” es un  modelo
fundamentalmente estatista, centralista, burocrático, donde el gran ausente fue
el protagonismo popular.
8. ¿Recuerdan ustedes que cuando ese socialismo se derrumbó y se hablaba de
la muerte del socialismo y de la muerte del marxismo? Entonces Eduardo Galeano,
el escritor uruguayo que todos ustedes conocen, decía que nos habían invitado a
un funeral que no era el nuestro. El socialismo que había muerto no era el
proyecto socialista por el que nosotros luchábamos. Lo que había ocurrido en la
práctica tenía muy poco que ver con lo que Marx y Engels concibieron como la sociedad
que reemplazaría al capitalismo. Para ellos el socialismo era impensable sin un
gran protagonismo popular.
9. Pero esas ideas originales de Marx y Engels  no sólo fueron
desvirtuadas por la práctica soviética y la literatura marxista difundida por
ese país en los ámbitos de la izquierda, sino que, además, fueron opacadas o
simplemente ignoradas en los países fuera de la órbita soviética, debido al
rechazo que produjo ese modelo que se asociaba al nombre de socialismo.
10. Poco se conoce que según Marx y Engels, la futura sociedad que ellos
llamaban comunista permitiría el pleno desarrollo de todas las potencialidades
del ser humano, desarrollo que se lograría a través de la práctica
revolucionaria. La persona no se desarrolla por arte de magia, se desarrolla
porque lucha, porque transforma (transformando las circunstancias, la persona
se transforma a sí misma).
11. Por eso que Marx aceptaba como algo natural que los trabajadores con
los que se iniciaría la construcción de la nueva sociedad no eran seres puros,
sino que pesaba en ellos el “estiércol del pasado”, y por eso es que no los
condenaba, sino que confiaba en que ellos se irían liberando de esa negativa
herencia a través de la lucha revolucionaria. El creía en la transformación de
las personas a través de la lucha, de la práctica.
12. Y Chávez —probablemente sin haber leído esas palabras de Marx— también
lo entendió. En su Primer Aló Teórico del 11 de junio del 2009 alertó a las
comunidades de que había que tener cuidado con el sectarismo. Y orientó:
[...] si hay gente, por ejemplo, habitantes que no participan en política, que no
pertenecen a partido alguno, bueno, no importa, bienvenido.
Digo más, si vive por ahí alguien de la oposición, llámenlo. Que venga a trabajar, que
venga a demostrar, a ser útil, que la patria, bueno, es de todos, hay que
abrirles espacios y ustedes verán que con la praxis mucha gente se va
transformando.
Es la praxis la que lo transforma a uno, la teoría es la teoría, pero la teoría no
prende en el alma, en los huesos, en los nervios, en el espíritu del ser humano
y en la realidad nada se transformaría. No vamos a transformarnos leyendo
libros. Los libros son fundamentales, la teoría es fundamental, pero hay que
llevarla a la práctica porque la praxis es la que transforma verdaderamente al
ser humano.
13. Por otra parte, nada tiene que ver con el marxismo la práctica
“colectivista” del socialismo real que suprimía las diferencias individuales en
nombre del colectivo. Basta recordar que Marx criticaba el derecho burgués por
pretender igualar artificialmente a las personas en lugar de reconocer sus
diferencias. Al pretender ser igual para todos termina siendo un derecho
desigual. ¿Si dos trabajadores recogen sacos de papa y uno recoge el doble que
el otro, debe pagarse al primero el doble que el segundo? El derecho burgués te
dice que sí, sin tener en cuenta que el trabajador que recoge la mitad ese día
estaba enfermo, o nunca fue un trabajador fuerte porque en su infancia fue mal
alimentado, y que por lo tanto, quizá con el mismo esfuerzo que el primero sólo
pudo rendir la mitad.
14. Marx, por el contrario sostenía que una distribución verdaderamente
justa debería tener en cuenta las necesidades diferenciadas de cada persona y
de ahí su máxima: “De cada cual según su trabajo a cada cual según sus
necesidades.”
15. Otra idea de Marx muy tergiversada tanto por la burguesía como por la
práctica soviética ha sido su defensa de la propiedad común o colectiva.
16. ¿Qué suelen decir los ideólogos de la burguesía? Los comunistas (o socialistas)
te van a expropiar todo, tu refrigerador, tu carro, tu casa, etcétera.
17. ¡Cuánta ignorancia! Marx ni ningún socialista o comunista ha pensado
jamás en expropiar los bienes de uso de las personas. Lo que Marx ha planteado
es la idea de devolver a la sociedad lo que le pertenece y que ha sido
apropiado injustamente por una élite, es decir, los medios de producción.
18. Lo que la burguesía no entiende o no quiere entender es que sólo hay
dos fuentes de la riqueza: la naturaleza y el trabajo humano, y que sin el
trabajo humano la potencial riqueza contenida en la naturaleza nunca lograría
transformarse en riqueza real.
19. Marx señalaba que no solo existe el trabajo humano actual sino que
también existe el trabajo pasado, es decir el trabajo incorporado en los
instrumentos de trabajo.
20. Las herramientas, las máquinas, las mejoras hechas a la tierra y, por
supuesto, los descubrimientos intelectuales y científicos que aumentan
sustancialmente la productividad social, frutos todos del trabajo humano, son
una herencia que se transmite de generación en generación, son una herencia
social, son una riqueza del pueblo.
21. Pero, la burguesía, gracias a todo un proceso de mistificación del
capital —que aquí no podemos explicar por razones de tiempo—, nos ha convencido
de que los dueños de esa riqueza son los capitalistas que por su esfuerzo, su
creatividad, su capacidad para los negocios, y por ser los dueños de las
empresas tienen derecho a apropiarse de lo que ellas producen.
22. Sólo la sociedad socialista reconoce esa herencia como social y por eso
considera que debe ser devuelta a la sociedad y que debe ser usada por la
sociedad y en interés de la sociedad en su conjunto y no para servir a
intereses privados.
23. Esos bienes, en los que está incorporado el trabajo de generaciones, no
pueden pertenecer a personas específicas, ni a países específicos, sino a la
humanidad como un todo.
24. La cuestión es ¿cómo asegurar que esto ocurra? La única forma de
hacerlo es desprivatizando estos medios y transformándolos en propiedad social.
Pero como la humanidad de comienzos del siglo XXI no es todavía una humanidad
sin fronteras, esta acción debe empezar en cada país y el primer paso es que
los medios de producción estratégicos pasen a propiedad de un Estado que exprese
los intereses de las y los trabajadores.
25. Pero el simple traspaso a manos del Estado de los principales medios de
producción es sólo un mero cambio jurídico de propietario, ya que si en las
empresas ahora en manos del Estado el cambio sólo se limita a eso continúa la
supeditación de los trabajadores a una fuerza externa. La gerencia capitalista
es reemplazada por una nueva gerencia, ahora socialista, pero no varía la
situación alienada de trabajadores en el proceso de producción. Se trata de una
propiedad formalmente colectiva, porque el Estado representa a la sociedad,
pero la apropiación real todavía no es colectiva.
26. Es por eso que Engels sostiene que “la propiedad del Estado no es la
solución [ aunque] alberga ya en su seno el medio formal, el resorte, para
llegar a la solución”
27. Por otra parte, Marx sostenía que era necesario acabar con la
separación entre el trabajo intelectual y el trabajo manual que transforman al
trabajador en un tornillo más de la maquinaria; que las empresas deben ser
gestionadas por sus trabajadores y trabajadoras. Y por eso, Chávez, siguiendo
sus ideas, sostuvo con tanto énfasis que el socialismo del siglo XXI no podía
limitarse a ser un capitalismo de Estado que mantuviese intocables procesos
laborales que alienan al trabajador o trabajadora. La persona que trabaja tiene
que estar informada del proceso de producción en su conjunto, tiene que ser
capaz de controlarlo, de poder opinar y decidir sobre los planes de producción,
sobre el presupuesto anual, sobre la distribución de los excedentes, incluida
su contribución al presupuesto nacional. ¿No era acaso eso el plan socialista
de Guayana?
28. Pero, ahí surgirá el argumento de la burocracia gerencial socialista:
¡cómo vamos a entregar la gestión de las empresas a los trabajadores! ¡ellos no
están preparados para participar activamente en el manejo de las empresas! Y
tienen razón, salvo excepciones no lo están, justamente porque al capitalismo
nunca le ha interesado compartir con los trabajadores los conocimientos más técnicos
acerca del manejo de la empresa, y aquí me refiero no sólo a los aspectos
relacionados con la producción, sino también a los relacionados con la
comercialización y el financiamiento de las empresas. Concentrar esos
conocimientos en manos de la gerencia ha sido uno de los mecanismos que ha
permitido al capital explotar a los trabajadores y trabajadoras. Pero eso, para
un cuadro revolucionario, no puede significar no avanzar hacia la plena
participación de las y los trabajadores. Por el contrario, se deben instalar
procesos de cogestión que permitan que éstos se apropien de esos conocimientos
y para poder hacerlo, deben comenzar a ejercer la gestión en la práctica y, al
mismo tiempo, deben poder formarse en técnicas de gestión y administración de
empresas para llegar luego a una total autogestión.
29. Y a nivel de las comunidades y las comunas, tema que no puedo abordar
aquí, entre tantos otros que quisiera abordar, recuerdo siempre lo que decía
Aristóbulo Istúriz: “tenemos que gobernar con la gente para que la gente
aprenda a gobernarse así misma.” Y entiendo que el presidente Maduro está
buscando este objetivo al impulsar la participación del pueblo organizado en su
gestión de gobierno en lo que el ha llamado: Consejos de Gobierno Popular.
30. He mencionado varias veces al  socialismo del siglo XXI, para mí
esa es la meta a alcanzar, y llamo transición socialista al largo período
histórico de avance hacia esa meta.
31. Pero, ¿de qué tipo de transición estamos hablando? No se trata de la
transición en países capitalistas  avanzados que nunca se ha dado en la
historia, ni de la transición en países atrasados que han conquistado el poder
del Estado por la vía armada como sucede con las revoluciones en el siglo XX
(Rusia, China, Cuba), sino de una transición muy particular donde sólo se ha
logrado llegar por la vía institucional al gobierno.
32. Y en relación con esto creo que la situación de América latina en la
década de los 80 y 90 puede compararse en ciertos aspectos a la vivida por la
Rusia prerrevolucionaria de comienzos del siglo XX. Lo que fue para ella la
guerra imperialista y sus horrores ha sido para nosotros el neoliberalismo y
sus horrores: la extensión del hambre y la miseria, un reparto cada vez más
desigual de la riqueza, la destrucción de la naturaleza, la pérdida creciente
de nuestra soberanía. En estas circunstancias, varios de nuestros pueblos
dijeron “basta” y echaron “a andar”, resistiendo primero y, luego, pasando a la
ofensiva, fruto de lo cual empiezan a triunfar candidatos presidenciales de
izquierda o centro izquierda que levantan programas antineoliberales.
33. Fue así como frente al evidente fracaso del modelo neoliberal tal como
se estaba aplicando surgió la siguiente disyuntiva: o se refundaba el modelo
capitalista neoliberal, o se avanzaba en la construcción de un proyecto
alternativo movido por una lógica humanista y solidaria. Y ya decíamos que fue
Chávez quien tuvo la audacia de incursionar por este último camino y creemos
que el presidente Maduro está tratando de ser consecuente con su legado. Luego
lo siguieron otros gobernantes como Evo Morales y Rafael Correa. Todos ellos
conscientes de que las condiciones objetivas económicas y culturales, y la
correlación de fuerzas existentes en el mundo y en sus países, los obligarían a
convivir durante no poco tiempo con formas de producción capitalista.
34. Y decimos audacia porque estos gobiernos enfrentan a una situación muy
compleja y difícil. No sólo deben enfrentarse al atraso de sus países, sino que
deben hacerlo sin contar con todo el poder del Estado. Y hacerlo a partir de un
aparato de Estado heredado cuyas características son funcionales al sistema
capitalista, pero no lo son para avanzar hacia el socialismo.
35. Sin embargo, la práctica ha demostrado —contra el dogmatismo teórico de
algunos sectores de la izquierda radical—, que si ese aparato está gestionado
por cuadros revolucionarios, éstos pueden utilizarlo como un instrumento para
dar pasos firmes hacia la construcción de la nueva sociedad.
36. Pero, para ello estos cuadros no pueden limitarse a usar el aparato
heredado, es necesario que—usando el poder que tienen en sus manos— vayan
construyendo los cimientos de la nueva institucionalidad y del nuevo sistema
político, creando espacios de protagonismo popular que vayan preparando a los
sectores populares para ejercer el poder desde el nivel más simple hasta el más
complejo.
37. Este proceso de transformación a partir del gobierno no sólo es un
proceso largo, sino también es un proceso lleno de desafíos y dificultades.
Nada asegura un avance lineal, puede haber retrocesos y fracasos.
38. Debemos recordar siempre que la derecha respeta las reglas del juego
sólo hasta donde le conviene. Pueden perfectamente tolerar y hasta propiciar la
presencia de un gobierno de izquierda, si este pone en práctica su política y
se limita a administrar la crisis. Lo que tratarán de impedir siempre
valiéndose de medios legales o ilegales es —y en eso no hay que ser
ilusos—  que se lleve adelante un programa de transformaciones
democráticas y populares profundas que ponga en cuestión sus intereses
económicos.
39. De esto se deduce que estos gobiernos y su militancia de izquierda
deben estar preparados para hacer frente a una fuerte resistencia; deben ser
capaz de defender las conquistas alcanzadas democráticamente contra fuerzas que
se llenan la boca de la palabra democracia siempre que no se toque sus
intereses materiales ni sus privilegios. ¿Acaso aquí en Venezuela no fueron las
leyes habilitantes que tocaban muy levemente dichos privilegios las que
desencadenaron el golpe militar apoyados por los partidos opositores de derecha
contra un presidente democráticamente electo y apoyado por su pueblo?
40. Pero también es importante entender que estas élites dominantes no
representan a toda la oposición,  que es fundamental que se haga una
diferenciación entre una oposición destructiva, conspiradora, antidemocrática,
y una oposición constructiva, dispuesta a respetar las reglas del juego
democrático y a colaborar en muchas tareas de interés común, evitando meter en
un mismo saco a todas las fuerzas y personalidades opositoras. Si somos capaces
de reconocer las iniciativas positivas que puede haber impulsado la oposición y
no condenar como malo de antemano todo lo que venga de ella, pienso que esto
ayudaría a acercar a muchos sectores que hoy están alejados, quizá no las
élites dirigentes, pero sí de los cuadros medios y amplios sectores del pueblo
influidos por ellos, que es lo más importante.
41. Por otra parte, pienso que se ganaría mucho más si al combatir sus
ideas erradas, sus propuestas equivocadas, se utilizara argumentos y no
agresiones verbales. Quizá éstas son muy bien recibidas por los sectores
populares más radicalizados, pero producen rechazo en amplios sectores medios y
también en muchos sectores populares.
42. Otro reto importante que tienen estos gobiernos es la necesidad de
superar la cultura heredada en el seno del pueblo, pero no sólo allí, también
en los cuadros de gobierno, los funcionarios, los militantes y dirigentes del
partido, los trabajadores y sus direcciones sindicales ( individualismo,
personalismo, carrerismo político, consumismo).
43. Por otra parte, como los avances suelen ser muy lentos y frente a esta
situación, no poca gente de izquierda se desanima, porque muchos pensaron que
la conquista del gobierno sería la varita mágica para resolver prontamente los
problemas más sentidos por la gente, cuando estas soluciones no llegan con la
rapidez esperada tienden a desilusionarse.
44. Por eso es que pienso que, de la misma manera en que nuestros
dirigentes revolucionarios deben usar el Estado para cambiar la correlación de
fuerzas heredada, deben también realizar una labor pedagógica frente a los
límites o frenos que encuentran en su camino —lo que llamamos una pedagogía de
los límites—. Muchas veces se cree que hablarle de dificultades al pueblo es
desalentarlo, desanimarlo, cuando, por el contrario, si a los sectores
populares se les informa, se les explica por qué no se pueden alcanzar de
inmediato las metas deseadas, eso los ayuda a entender mejor el proceso en que
viven y a moderar sus demandas. Y también los intelectuales deben ser
alimentados con información para que sean capaces de defender el proceso y para
que puedan realizar una crítica seria y constructiva si es necesario.
45. Pero esta pedagogía de los límites debe ir acompañada simultáneamente
de un fomento de la movilización y la creatividad populares, evitando
domesticar las iniciativas de la gente y preparándose para aceptar posibles
críticas a fallas de la gestión gubernamental. No sólo se debe tolerar la
presión popular sino que se debe entender que es necesaria para ayudar a los
gobernantes a combatir las desviaciones y errores que pueden ir surgiendo en el
camino.
46. Me siento muy frustrada de no poder hablar de tantos otros temas, pero
debo poner fin a estas palabras y para hacerlo quiero leerles algunas de las
varias preguntas —que planteo en el libro— que creo pueden ayudarnos a evaluar
si los gobiernos más avanzados ya mencionados están dando pasos  en el esfuerzo
por construir una nueva sociedad socialista:
47. ▪   ¿Movilizan a los trabajadores y pueblo en general para
llevar adelante determinadas medidas e incrementan sus capacidades y poder?
48. ▪   ¿Entienden que necesitan un pueblo organizado,
politizado, capaz de presionar para debilitar el aparato estatal heredado y
poder así avanzar en el proceso de transformaciones propuesto?
49. ▪   ¿Entienden que nuestros pueblos y especialmente las y los
trabajadores tienen que ser actores de primera línea y no sólo de segunda?
50. ▪   ¿Oyen y otorgan la palabra a sus pueblos?
51. ▪   ¿Entienden que pueden apoyarse en ellos para combatir los
errores y desviaciones que vayan surgiendo en el camino?
52. ▪   ¿Les entregan recursos y los llaman a ejercer el control
social del proceso?
53. ▪   En síntesis, ¿contribuyen a crear un sujeto popular cada
vez más protagónico, capaz de ir asumiendo cada vez más responsabilidades de
gobierno?
54. En este sentido creo de trascendental importancia la propuesta de
discusión nacional abierta a todos los sectores sociales del país sobre el tema
del precio del petróleo. Me parece trascendental porque se convoca al pueblo,
no al partido, a discutir. Pienso que el papel del partido debe ser el de
involucrarse plenamente en él siendo el instrumento facilitador de dicho
debate.
55. Quiero terminar este texto insistiendo en algo que no me canso de
repetir:
56. Para que podamos avanzar exitosamente en este desafío se requiere de
una nueva cultura de izquierda: una cultura pluralista y tolerante, que ponga
por encima lo que une y deje en segundo plano lo que divide; que promueva la
unidad en torno a valores como: la solidaridad, el humanismo, el respeto a las
diferencias, la defensa de la naturaleza, rechazando el afán de lucro y las
leyes del mercado como principios rectores de la actividad humana.
57. Una izquierda que se dé cuenta que la radicalidad no está en levantar
las consignas más radicales ni en realizar las acciones más radicales —que sólo
unos pocos siguen porque asustan a la mayoría—, sino que sea capaz de crear
espacios de encuentro y de lucha para amplios sectores;  porque constatar
que somos muchos los que estamos en la misma lucha es lo que nos hace fuertes,
es lo que nos radicaliza.
58. Una izquierda que entiende que hay que ganar hegemonía, es decir, que
hay que convencer en lugar de imponer.
59. Una izquierda que entiende que más importante que lo que hayamos hecho
en el pasado, es lo hagamos juntos en el porvenir.
15 de agosto 2014 .

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[1]. La cita sigue: “En el momento actual, son los comités del “Partido”, y no lo soviets, quienes llevan la dirección en Rusia, y su organización sufre los efectos de toda organización burocrática.
Para poder salir de este desorden mantenido, Rusia debe retomar todo el genio
creativo de las fuerzas locales de cada comunidad.” [sigue la cita, pero yo me
detengo aquí MH]
http://dubardmac.pitzer.edu/anarchist_archives/kropotkin/kropotlenindec203.html

miércoles, 20 de agosto de 2014

Reunión de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de MORENA y Andrés Manuel López Obrador



Reunión de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de MORENA y Andrés Manuel López Obrador, presidente del Consejo Nacional.


El pasado lunes, 18 de agosto de 2014, los miembros de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena sostuvieron una reunión de trabajo con el presidente del Consejo Nacional de ese partido político, Andrés Manuel López Obrador. Durante el encuentro se examinaron los avances en la aplicación de los principios ético-políticos y el Estatuto de la organización.
         Los miembros de la CNHJ informaron que los casos de conflictos y quejas presentadas ante el órgano jurisdiccional de Morena son relativamente pocos en número y que, a raíz de la aplicación de las normas para conciliar las diferencias o en su caso sancionar a los infractores, la vida interna del partido se ordena y serena notablemente. No obstante, se mantiene una constante vigilancia para garantizar que los derechos de los Protagonistas del Cambio Verdadero sean protegidos, así como una estrecha coordinación con los demás órganos, especialmente con los ejecutivos y de dirección.
         AMLO insistió en la necesidad de continuar la esmerada aplicación de las normas estatutarias, a fin de que los principios, valores y fines de Morena, contenidos en los documentos básicos, se mantengan como la guía irrenunciable para todos los actos de los miembros del partido. La ética política es una columna básica y distintiva de Morena; y esto debe cuidarse permanentemente. Solo de esta manera se alcanzará la meta irrenunciable de Morena: la transformación del país.