El político como historiador
Lorenzo Meyer
REFORMA
27 de Marzo de 2014
TESIS
Una encuesta muestra que el 68% de los
mexicanos considera que el PRI de Enrique Peña Nieto es el "PRI de
siempre" (El Universal, 22 de marzo). El último libro de Andrés Manuel
López Obrador (AMLO), Neoporfirismo. Hoy como ayer (Grijalbo, 2014),
busca dejar en claro que las características de ese "PRI de siempre"
son, en lo fundamental, las mismas que modelaron al sistema político que
se formó entre 1877 y 1911, y que en esa materia México sigue en el
siglo XIX.
Neoporfirismo es el trabajo no de un
historiador sino de un político que busca explicar el presente. El libro
toma su inspiración y método de la voluminosa obra de Daniel Cosío
Villegas -diez tomos de la Historia moderna de México (1955-1972)-,
especialmente su segunda parte, donde Cosío desmenuzó la vida política,
social y económica del México autoritario de Porfirio Díaz. Su objetivo
entonces era encontrar hasta qué punto el fracaso democrático y social
del régimen forjado por la Revolución de 1910 se debió a que no se
superaron las prácticas porfiristas. AMLO recorre ese mismo camino pero
se extiende hasta la actualidad y llega a las mismas conclusiones.
El autor acepta que "Porfirio, como es
obvio, no inventó todas las prácticas autoritarias y éstas tampoco
surgieron de la nada: muchas venían de tiempo atrás...", (p. 154). Sin
embargo, para los propósitos de la obra no es necesario ir muy atrás,
basta con desgranar el sistema político creado por Díaz para sostener
que el "hoy es como ayer".
LA ESENCIA
Fue en los tres decenios porfiristas
cuando el México independiente tuvo, por fin, su primer régimen político
propiamente dicho: el conjunto de instituciones que le permitieron a un
grupo ejercer el poder en todo el territorio con cierta efectividad.
AMLO sostiene que en 1911 el "Ipiranga" se llevó a Europa al dictador
pero no a su espíritu. Y tras el fin de la Revolución reaparecieron los
elementos antidemocráticos al punto que la república neoliberal de hoy
no es, en su esencia, diferente de la "república simulada" porfirista.
En el análisis de AMLO destaca, en
primer lugar, el papel central de la violencia para adquirir y sostener
el poder ante las alternativas representadas por Sebastián Lerdo de
Tejada y José María Iglesias. Y la violencia también está en el origen
del grupo que dio forma al PRI y le sostuvo en sus crisis posteriores.
El afianzamiento de los regímenes porfirista y posrevolucionario se hizo
por la vía de una dupla que sigue funcionando: represión -incluida la
eliminación física de los oponentes- y cooptación, es decir, la compra
del otro. Ambos instrumentos los usó Díaz, los usaron sus sucesores y se
usan hoy. Otras características del porfiriato que se perpetuaron son
la adulteración del proceso electoral y "el dedazo" como método para
designar a sucesores, gobernadores, legisladores, munícipes o miembros
de cuerpos supuestamente independientes.
A pesar de cambios evidentes, también
subsiste el control sobre los medios de comunicación -sobresale el de la
televisión-, en particular a nivel de los estados. El centralismo fue
una característica de los sistemas porfirista y post revolucionario,
aunque algo se ha modificado desde que Roberto Madrazo, como gobernador,
se le insubordinó al presidente Ernesto Zedillo, la vocación
centralista se mantiene.
Díaz, lo mismo que Carlos Salinas, a la
oposición ni la veía ni la oía, hasta que Madero o el EZLN usaron las
armas. También aquí ha habido transformaciones, pero las autodefensas
michoacanas muestran que la fuerza aún debe de ser usada para desazolvar
los canales de comunicación. La corrupción pública no sólo persiste,
sino que pareciera que hoy es "la principal función del Estado" (p.
384). El carácter oligárquico fue el sello del porfiriato y es el sello
del México de 2014 y las cifras de Forbes lo demuestran. La otra cara de
la oligarquía, la masa de pobres y marginados, persiste. El porfiriato
excluyente "nunca fue un proyecto de nación" (p. 223) y el México de hoy
sigue sin serlo.
LO QUE CAMBIÓ
Dos modalidades porfiristas ya no se
trasmitieron al sistema actual, aunque hubo intentos por mantenerlas.
Una fue el ejercicio del poder tras el trono, como lo hizo Díaz con
Manuel González. Esto volvió a aparecer en la relación con Obregón con
Calles y luego en la de Calles con sus tres sucesores. La reelección es
la otra. Obregón la intentó, pero su asesinato la clausuró.
CONCLUSIÓN
Neoporfirismo es un libro extenso (431
pp.) y algunos temas de comparación interesantes entre el hoy y el ayer
quedaron fuera, por ejemplo, la continuidad o ruptura de los papeles del
Ejército y la Iglesia y lo que no tuvo el porfirismo pero la Revolución
sí: un partido de Estado y las organizaciones de masas.
Neoporfirismo es un desmentido a las
tesis del avance en el desarrollo político de México. La tarea de
conquistar la democracia es hoy algo distinta pero tan grande como
cuando la intentó Madero. El punto es intentar el esfuerzo pero sin
desembocar, como hace 114 años, en la solución violenta.