“El gobierno estadounidense ordenó asesinar al Che Guevara”, Michael Steven Smith
Este abogado neoyorquino intregra el Centro para los Derechos Constitucionales, una organización sin fines de lucro que litiga a favor de los derechos humanos, y escribió junto con Michael Ratner el libro ¿Quién mató al Che, basado en los documentos que obtuvo de la CIA.
Por Silvina Friera
“En el contexto histórico de
fines de la década del ‘60, el asesinato del Che era el gran negocio de la
CIA”, afirma Michael Steven Smith.
La batalla contra la manipulación de la
información, el ocultamiento y la falsificación continúa. “Las manos limpias”,
ahora se puede comprobar con la documentación apabullante desplegada en ¿Quién
mató al Che? (Paidós), de Michael Ratner y Michael Steven Smith, están
manchadas de sangre. “Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla
el presente controla el pasado.” Esta frase de George Orwell ilustra la
práctica de la “negación plausible”, una forma de sistematizar la mentira a la
que apeló la CIA (Agencia Central de Inteligencia) para desligarse del
asesinato del Che Guevara en Bolivia, el 9 de octubre de 1967. La versión
inicial de su muerte, tal como la presentaron los militares bolivianos, fue que
había muerto en medio de la batalla. Luego se supo que había caído prisionero y
había sido fusilado. El presidente Lyndon Johnson afirmó que la orden de
matarlo había sido emitida por el alto mando del gobierno boliviano y no por
los Estados Unidos. Smith, abogado neoyorquino que integra el Centro para los
Derechos Constitucionales, una organización sin fines de lucro que litiga a favor
de los derechos humanos, plantea que “los documentos incluidos en el libro
muestran que el gobierno estadounidense dio la orden directa de asesinar al
Che”.
Hace muchos años, Ratner, abogado
especializado en derechos humanos y ex presidente del Centro para los Derechos
Constitucionales, le solicitó al gobierno estadounidense, en virtud de la Ley
de Libertad de Información, todos los documentos sobre el Che Guevara que
tienen el FBI, la CIA, el Departamento de Defensa y la Casa Blanca. Luego de
algunos años recibió una caja enorme del FBI. Smith y Ratner leyeron juntos
todo ese material y en 1997 publicaron El Che Guevara y el FBI: el expediente
de la policía política estadounidense sobre el revolucionario latinoamericano.
“Cuando menos lo esperábamos, después de diez años, llegó otra vez una enorme
caja con más documentos de la CIA, de la Casa Blanca y el Departamento de
Defensa –cuenta Smith a Página/12–. Pudimos comprobar que el Che fue asesinado
por la CIA con la colaboración de su Estado cliente de Bolivia, la dictadura
militar de René Barrientos. En la década del ’60, los líderes del ejército
boliviano habían sido entrenados en la Escuela de las Américas en Panamá,
sarcásticamente conocida como ‘la escuela de los golpes’.”
La pasión de Smith por demostrar que no fue
un crimen común y corriente es quijotesca. “La Revolución Cubana fue una
victoria del pueblo al tomar el control de su propia economía; fue el Che
Guevara quien escribió la Ley de Reforma Agraria. La tierra en Cuba era
mayoritariamente propiedad de las corporaciones estadounidenses. El pueblo de
Cuba, conforme al derecho internacional, nacionalizó esas tierras y le ofreció
pagarles a los estadounidenses lo que ellos decían que esa tierra valía, según
los impuestos que pagaban. Pero los estadounidenses dijeron que no y como
propietarios de las refinerías de petróleo se rehusaron a refinar petróleo;
entonces el pueblo cubano no tenía energía y esto amenazó la estabilidad de su
economía. Por eso el gobierno cubano nacionalizó las refinerías de petróleo,
las minas de níquel y las compañías telefónicas y esto fue lo que se convirtió
en la Revolución Cubana. El gobierno estadounidense intentó aislar a Cuba y
aquellos países de América latina que se resistieron a Estados Unidos pagaron
un precio muy alto”, explica este abogado que vive en Nueva York junto a su
esposa Debby y su loro hablador Charlie Parker. Smith tenía 25 años aquel 9 de
octubre de 1967 en que mataron al Che; estaba cursando Derecho en la
Universidad de Wisconsin. “Apoyé y apoyo la Revolución Cubana –afirma–. A
diferencia de los partidos comunistas tradicionales que estaban alineados con
Moscú, que practicaban la coexistencia pacífica y colaboraban con el
imperialismo, el Che era un internacionalista que comprendió que el
imperialismo tenía que ser resistido y derrotado. Su ejemplo continúa siendo
una inspiración para muchos jóvenes que quieren un mundo mejor.”
–¿Cuál es el precio que pagaron aquellos
países de América latina que intentaron resistir las políticas de los Estados
Unidos?
–En Bolivia, en 1964, el gobierno democrático
de Víctor Paz Estenssoro fue derrocado por el golpe de René Barrientos; luego
sufrieron golpes Brasil, Uruguay, Chile y finalmente la Argentina en 1976. El
gobierno cubano intentó defenderse al extender la Revolución Cubana. Eso es lo
que estaba haciendo el Che en Bolivia. Como los guerrilleros en la Sierra
Maestra pudieron derrocar a la dictadura de (Fulgencio) Batista, respaldada por
los Estados Unidos, el Che pensó que la Cordillera de los Andes sería la Sierra
Maestra de Bolivia y que la revolución se diseminaría a Chile, la Argentina y
así sucesivamente. El Che eligió Bolivia porque era el gobierno más inestable
de Latinoamérica, con un ejército muy débil que no tenía servicio de
inteligencia. La CIA lo estaba buscando hasta que en mayo del ’67, cuando
supieron dónde estaba, un agente de la CIA, Gustavo Villoldo, voló a La Paz,
donde se encontró con Barrientos y le dijo: “Cuando atrapes al Che, queremos
que lo maten”. Barrientos le dio su palabra: “Cuando lo capturemos, vamos a
ejecutarlo”. En el contexto histórico de fines de la década del ’60, el
asesinato del Che era el gran negocio de la CIA.
–¿Por qué?
–Estados Unidos participó de los asesinatos o
intentos de asesinatos de Kim Koo, líder coreano de la oposición; Sukarno,
presidente de Indonesia; Gamal Abdel Nasser, presidente de Egipto (1957); José
Figueres, presidente de Costa Rica (en los años ’50 y ’60); Patrice Lumumba,
primer ministro del Congo, entre otros. También intentó asesinar al Che Guevara
anteriormente y por supuesto a Fidel Castro. En 1962, la CIA arregló con Johnny
Rosselli, uno de los líderes de la mafia de Chicago, envenenar al Che. Le
dieron píldoras de veneno a un contrarrevolucionario cubano que estaba en
Miami, pero el intento falló. A Félix Rodríguez, uno de los agentes de la CIA
que fue entrevistado por el Congreso estadounidense, se le hizo la siguiente
pregunta: “¿Es verdad que intentó asesinar a Fidel Castro con un cigarrillo
explosivo?”. Rodríguez respondió: “No, intenté matar a ese hijo de puta con un
rifle de alto calibre”. Cuando supieron que el Che estaba en Bolivia, no sólo
Gustavo Villoldo se reunió con Barrientos, sino que una cantidad de oficiales
de alto rango viajó a Bolivia para arreglar un entrenamiento para los militares
bolivianos, de hecho firmaron un documento llamado “Memorándum de
entendimiento”, que está incluido en el libro. El contrato requería que Bolivia
proporcionara un lugar para entrenar a los soldados y los Estados Unidos tenían
que hacer el resto. Viajaron hasta Bolivia 19 boinas verdes con experiencia en
contrainsurgencia en Vietnam para entrenar al 2º Batallón de Rangers del
Ejército Boliviano, que fue el batallón responsable de rodear y capturar al Che
hace 47 años. Rodríguez se regocija de haber dicho que fue él quien encontró al
Che. El y Gustavo Villoldo se vistieron con uniformes del ejército boliviano y
estuvieron en la búsqueda del Che junto con los soldados bolivianos. Cuando el
Che fue herido y desarmado, se lo llevó a una pequeña escuela en el pueblo de
La Higuera. Rodríguez intentó interrogarlo, pero el Che no quiso. Al día
siguiente, la promesa que Barrientos le había hecho a Villoldo fue ejecutada.
–¿Cómo explica que el gobierno de Estados
Unidos nunca admitió públicamente que había asesinado al Che?
–El pretexto que utilizaba era que en el ojo
de la opinión pública debían tener las manos limpias y ningún tipo de
responsabilidad. No quería que se los conociera como un gobierno que practicaba
y ejecutaba asesinatos. Cuando la CIA se estableció por primera vez en 1947, su
misión era proporcionar servicios de inteligencia al presidente. Al año
siguiente, se convirtió en una organización paramilitar que quebraba la ley,
pero tenía que hacerlo en silencio. Desarrollaron un concepto que ellos llamaban
“negación plausible”, un término orwelliano. El Comité Church, que intentaba
investigar los asesinatos cometidos por la CIA, le preguntó a Richards Helms,
que fue líder de la CIA, si alguna vez le dijeron al presidente lo que hacían.
Y Helms contestó que no, que nunca, que no querían poner al presidente en una
situación embarazosa. Un crimen de guerra, como fue el crimen del Che, no
prescribe. A diferencia de otros actos ilegales, no hay límite en el tiempo en
que un asesino puede ser enjuiciado; en virtud de la ley el asesino no es el
único responsable. También son responsables las personas que ordenaron el
asesinato del Che y las personas que lo encubrieron. Si se cumpliera la ley en
Estados Unidos, Gustavo Villoldo y Félix Rodríguez serían procesados, enjuiciados
y si se los declarara culpables, estarían en prisión. La CIA mantenía en
secreto los asesinatos. Ahora justamente no es el caso.
–¿A qué se refiere?
–La CIA abiertamente afirma que asesina a
personas que ellos denominan “terroristas”. A veces usan aviones no tripulados
para cometer estos asesinatos; hay jóvenes que manejan estos aviones a control
remoto en una base que está afuera de Las Vegas, jóvenes que son muy buenos con
los videojuegos. Todos los martes el líder de la CIA se encuentra con el presidente
(Barack) Obama en la Casa Blanca y revisan una lista de personas que ellos
consideran que deben asesinar. Tienen unas tarjetas con el nombre de cada
persona, fotografías y una pequeña biografía. Estos encuentros se conocen como
“los martes de terror”. Mi organización, el Centro para Derechos
Constitucionales, inició un juicio en nombre de Anwar al Awlaki, cuyo hijo
adolescente, ciudadano estadounidense de origen musulmán, estaba entre los
objetivos de la CIA, pero hasta ese entonces no lo habían encontrado. Iniciamos
un juicio para limitar a la CIA y que no mate al hijo, el juez no entendió en
esta causa y la CIA asesinó al hijo. Esto muestra qué tan lejos ha llegado los
Estados Unidos en la violación del imperio de la ley.
–¿En qué sentido cree que el Che sigue
siendo una inspiración?
–El Che permanece vivo en las nuevas
políticas de independencia y solidaridad de Latinoamérica. El ejemplo más
reciente ocurrió en Ginebra cuando el canciller Héctor Timerman pronunció un
discurso en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en el que condenó a los
Estados Unidos por su actividad predatoria en cuanto a los fondos buitre. En
ese Consejo, 30 de los 35 países respaldaron a la Argentina. El canciller
Timerman dijo que es un asunto de derechos humanos porque los fondos buitre
están atentando contra las escuelas y los hospitales, que están creando
inestabilidad y violencia. Los representantes estadounidenses dijeron que los
derechos humanos no tienen nada que ver con la deuda soberana. Tengo una
historia muy graciosa para ilustrar la arrogancia estadounidense. La CIA siguió
al Che desde que se encontraba en Guatemala, antes de la Revolución Cubana.
Cuando abrieron el expediente que se convirtió en el más grande de la historia
que tienen en la CIA, lo siguieron de México a Cuba y hasta Bolivia. Cuando
estaba en la Sierra Maestra en 1956, la CIA infiltró un agente en el campamento
del Che que durmió en la misma carpa donde durmió el Che, y lo observó durante
una semana. Tenemos el documento que escribió para la CIA. El informó que el
Che tenía mal olor, que fumaba cigarros y que todas las noches les leía libros
de literatura a sus hombres y que parecía “bastante inteligente para ser
latino”...
–¿Es difícil para usted defender los
derechos humanos en Estados Unidos cuando los sucesivos gobiernos de su país
han violado sistemáticamente los derechos humanos?
–Sí, es muy difícil. Desde el 11 de
septiembre (de 2001), el imperio de la ley ha estado subordinado a las órdenes
del presidente como jefe del ejército. Establecieron un área sin ningún tipo de
legislación en Guantánamo, donde los hombres que están allí todavía no han sido
acusados de ningún crimen ni tampoco se los ha sometido a ningún tipo de
juicios. Todos los juicios que el Centro para los Derechos Constitucionales ha
iniciado para restaurar el imperio de la ley han sido perdidos. La ironía es
que Estados Unidos sigue utilizando la premisa de los derechos humanos y se
presenta como el único país del mundo que defiende los derechos humanos, aunque
constantemente los está violando. El presidente Obama está inmerso en la
séptima guerra en seis años y ninguna de ellas ha sido votada por el Congreso
estadounidense, con la posible excepción de la guerra contra Afganistán. Pero
las cosas están cambiando...
–¿Qué es lo que está cambiando?
–La teoría de que el capitalismo es el único
sistema que puede proporcionar una mejor calidad de vida y que es el único
compatible con la democracia no es verdad y cada vez más personas se están
dando cuenta de esto. La última prueba es una encuesta de opinión pública,
realizada hace tres años por Pew (Pew Research Center), que reveló que el 49
por ciento de los jóvenes menores de 30 años tiene una reacción favorable a la
palabra socialismo. Están comenzando a entender que el capitalismo no funciona
para ellos. Que funciona para el uno por ciento de la población más rica, pero
no para el resto.
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