La destrucción de libros de la Colección Bicentenario: lo que hay detrás
Luigino Bracci
Viernes, 02/05/2014
Fuente: @rodriguezccy
Estudiantes del Colegio Santa Teresita del Niño Jesús y de la U.E. Colegio Coromoto, unidades educativas privadas subvencionadas por el Ministerio de Educación en el estado Táchira, realizaron una destrucción de libros de la Colección Bicentenario como parte de las protestas de la oposición extremista contra el gobierno bolivariano. Si bien había adultos acompañándolos, no ha sido posible comprobar si eran sus profesores o sus representantes. Pero, ¿qué implica una quema de libros? ¿Qué precedentes hay? ¿Qué es la Colección Bicentenario, y por qué tanto odio contra estos libros?
Al menos
en dos unidades educativas del estado Táchira, en el suroeste de
Venezuela, se practicó los días 28 y 29 de abril la reprochable actividad
de quemar o destruir libros, una acción comúnmente asociada con fanatismo
religioso o político, o con la intención de exterminar una cultura para imponer
otra. La práctica contó con el agravante de que fue realizada por menores de
edad, acompañados por personas adultas de las que no se ha podido determinar
si se trata de padres o profesores.
La destrucción de libros en el Colegio Santa Teresita
del Niño Jesús, ocurrió el pasado 29 de abril en el sector Pueblo Nuevo de la
ciudad de San Cristóbal, y los libros destrozados fueron lanzados en la Av.
Ferrero Tamayo.
Destrucción de libros en la Av. Ferrero Tamayo
el 29 de abril. Foto: @terepach
El 28 de abril también se realizó una protesta en la
Unidad Educativa Colegio Coromoto, ubicada en Barrio Obrero, en la que los
liceístas acompañados de personas adultas quemaron en la vía pública
bolsas de basura en la que también se encontraban libros de la citada colección.
Llama la atención que ambas son instituciones privadas, pero subvencionadas por
el Ministerio de Educación, lo que les permite ofrecer matrículas más
económicas.
Quema de libros el 28 de abril en la Unidad Educativa
Colegio Coromoto, ubicada en Barrio Obrero, San Critóbal. Fotos: @Mather25 y
@ACristianDC
Si bien son muy aislados los casos de destrucción de
libros de la Colección Bicentenario, llama mucho la atención por el nivel
de odio expresado en este tipo de protestas y porque en las mismas participaron
menores de edad.
Además, la destrucción de libros trae a la memoria
recuerdos funestos del pasado. “La quema de libros y la destrucción de
bibliotecas tiene una larga historia y pertenece a los lamentables capítulos de
la censura, el fanatismo, la guerra y la estulticia”, señala una enciclopedia web que
recuerda hechos nefastos, como la destrucción de libros en la Biblioteca de
Alejandría en los siglos III y IV, o la quema de manuscritos
y códices mayas en Yucatán en 1562 por parte de sacerdotes españoles.
En los tiempos modernos, la destrucción de libros
también se recuerda de forma aberrante. En 1933, poco después de que el partido
Nazi tomara el poder en Alemania, se inició una campaña contra escritores
judíos, marxistas y pacifistas cuyas obras se considerasen de “espíritu
anti-alemán”.
Alemania, 1933
El 10 de mayo, una multitud de 70 mil personas se
reunió en el Opernplatz de Berlín, donde estudiantes universitarios habían
acarreado más de 20 mil libros en carretillas y camiones, y procedieron a
encenderlos en fuego. “¡Contra la decadencia y la corrupción moral! Por
la disciplina y las costumbres en la familia y en el Estado. Le entrego al
fuego los escritos de Heinrich Mann, Ernst Glaeser y Erich Kästner”, decía
una de estas proclamas. La destrucción se replicó en 21 ciudades alemanas.
En Chile, tras el golpe de Estado que derrocó a
Salvador Allende en 1973, las fuerzas pinochetistas convirtieron la quema de
libros en algo habitual. “Hay que quemar todo lo que huela a marxismo”, decían
en los allanamientos en la Universidad de Chile, de donde se
recogen numerosos testimonios.
En Argentina, tras el golpe de estado de 1976, obras
de Marcel Proust, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Pablo Neruda,
Mario Vargas Llosa, Antoine de Saint-Exupéry y Eduardo Galeano fueron destruidas
por el Ejército en Córdoba “para que con este material no se siga engañando a
nuestros hijos”, según dijo el oficial Luciano Benjamín Menéndez.
¿Por
qué atacan la Colección Bicentenario?
La Colección Bicentenario consta de libros en las
áreas de matemática, lengua y literatura, historia, ciencias naturales y
ciencias sociales, para niños, niñas y adolescentes de preescolar, primaria y
bachillerato. Hasta finales de 2013, se habían
distribuido 42,7 millones de libros de forma gratuita en todo el país,
según
informó la entonces
ministra Maryann Hanson. Los mismos también pueden descargarse gratuitamente en la página web del Ministerio del Poder Popular
para la Educación (click aquí).
Los contenidos de esta novedosa Colección han sido
desarrollados en su totalidad por docentes investigadores venezolanos, y
presentan al estudiante una visión integral de la realidad. “Los contenidos se
agrupan por ejes integradores, porque la realidad es integral”, señaló la
entonces ministra, indicando que los temas abordados en la Colección
Bicentenario pueden articularse con los Proyectos Educativos Integrales
Comunitarios (PEIC) de cada institución.
Foto: Correo del Orinoco
Si bien la distribución de estos libros se realiza
desde 2012, la oposición extremista, que desde febrero ha realizado las
“guarimbas” y protestas violentas conocidas como “La
Salida”, aparentemente quiere utilizar las mejoras al sistema educativo
venezolano como excusa para oxigenar las manifestaciones
violentas iniciadas en febrero pasado, pero que ya están casi extintas; se han
venido aplacando progresivamente a medida que numerosos vecinos y habitantes de
las ciudades, incluyendo opositores, se cansaron de la tranca de calles, quema
de basura, tendido de alambradas y otros actos violentos en urbanizaciones
de clase media que, a la larga, sólo los perjudicaban a ellos mismos.
Otro de los argumentos de la oposición es la supuesta ideologización
que contiene la Resolución
058 del Ministerio para la Educación;
es de notar que esa resolución fue publicada en Gaceta Oficial el 16 de octubre
de 2012.
Quemar libros en vez de debatir
Alguien podría creer que las protestas de
la oposición venezolana surgen como reacción a
políticas impuestas unilateralmente desde el gobierno bolivariano.
Pero es todo lo contrario, el gobierno inició hace pocos
días una serie de debates en todo el país sobre el sistema educativo. A
finales de marzo, el ministro de Educación, Héctor Rodríguez, anunció el
inicio de la Gran Consulta Nacional por la Calidad Educativa, con el fin de impulsar discusiones para
definir los ejes fundamentales que regirán el sistema educativo venezolano
durante los próximos años.
En la consulta, que se inició el pasado 23 de
abril, participan profesores, maestros, representantes, estudiantes,
directores y personal en 29 mil instituciones públicas y privadas de todo el
país, y durará 5 meses, abarcando también a especialistas de las escuelas de
educación de las universidades. El debate estará basado en 10 grandes
temas de los cuales surgirán tres ejes centrales para mejorar la educación
venezolana: El Plan Educativo de los próximos 10 años, las bases para el
Currículo Nacional e instrumentos legales derivados de la Ley Orgánica de
Educación.
Prestos a hacer correcciones y escuchar sugerencias
para la Colección Bicentenario
La agresividad contra los libros de la Colección no
parece justificada, pues el gobierno bolivariano, lejos de querer imponer los
textos por la fuerza, está dispuesto a debatir su contenido y hacerles
correcciones.
El
ministro Héctor Rodríguez informó que uno de los objetivos de la Gran
Consulta Nacional, es poder recabar opiniones sobre el contenido de estos libros. Para
ello, numerosos autores de la Colección Bicentenario viajarán por todo el país
durante los próximos 5 meses. “Queremos escuchar a todos los sectores de la
sociedad para ver qué cosas podemos mejorar para que la educación de nuestros
hijos sea la mejor que podamos dar”, explicó.
Aseveró Rodríguez que para la nueva colección se están
haciendo correcciones puntuales y actualizaciones y recordó que el
Gobierno Bolivariano “ha hecho un esfuerzo gigantesco por la inclusión
educativa” como lo demuestra la creación de la Colección Bicentenaria y el
programa Canaima Educativo. Agregó además que esperan “recoger la voz del
pueblo, las críticas que nos permitan construir un plan de trabajo a largo
tiempo”.
Grupo de la oposición dispuesto a participar en el
debate
Si bien un grupo de opositores califican a la
Resolución 058 como “ideologizadora”, es de destacar que Leonardo Carvajal,
director de la Asamblea de Educación (organización opositora que siempre ha
sido una objetora a los planes educativos del gobierno bolivariano) negó que
eso fuera cierto.
“Ojo: La Resolución 058 no es una resolución que tenga
que ver con ideologización; léansela“, argumentó en declaraciones recogidas por el canal
Globovisión (ver video
en este enlace). Si bien Carvajal
criticó a la Resolución 058 por los cambios que supuestamente hará en
las atribuciones de los directores, se mostró abierto a participar en el
debate. “Esta es una consulta muy llamativa, yo pienso que nunca se había hecho
una de esta magnitud en el campo educativo”.
Leonardo Carvajal, permanente objetor a las políticas
educativas del gobierno bolivariano, se mostró de acuerdo en participar en la
Gran Consulta Nacional y rechazó que la Resolución 058 se trate de
ideologización, si bien rechaza la misma por otras razones.
Añadió: “Hemos decidido aceptar la invitación del
ministro Héctor Rodríguez de incorporarnos al equipo nacional que la coordina
porque valoro positivamente que sea la primera vez que el Gobierno chavista se
ocupa de la calidad educativa, la cual se ha venido a pique en los últimos 25
años”, expresó
Carvajal, quien dijo
que sería un “grave error” que padres y representantes no participen
de la Consulta para la calidad educativa propuesta por el Ministerio de Educación.
Consideró acertado los “criterios democráticos y la manera educada” con la que
el ministro de Educación invitó a participar a los venezolanos “de todas las
ideologías a fin de que ocupen los espacios que les corresponden y hagan las
críticas y propuestas de acuerdo a lo que cada cual defiende”.
Puede descargar la Resolución 058 en PDF haciendo
click aquí.
Al respecto, queremos reproducir a continuación una
entrevista realizada por la periodista Vanessa Davies, directora del diario
Correo del Orinoco, a la profesora América Bracho,
coordinadora de los textos de ciencias sociales de la Colección
Bicentenario del Ministerio del Poder Popular para la Educación, quien en el
pasado también publicó libros escolares en la editoria privada COBO.
La entrevista fue
publicada el 29 de septiembre de 2013.
Textos de la Colección Bicentenario defienden la libertad de pensamiento
Quieren quitarles a niñas y niños el temor a “las tres
Marías”. En los de ciencias sociales el pueblo también es protagonista de la
Independencia y se habla de El Caracazo y del golpe de Estado de 2002. “A quien
tenga alguna duda, que los lea” y se forme su propio criterio, propone la
profesora América Bracho.
Texto: Vanessa Davies / Fotos: Miguel Romero
La frase “tallo de hierro” es una buena forma de describir
a la profesora América Bracho. Es tallo por lo delgada, pero quien crea que la
profesora, por pequeña y flaquita, es débil o vulnerable, se equivoca de plano.
Es hierro por su carácter, pero también por su palabra.
Coordinadora (con el respaldo de un equipo de más de
30 personas) de los textos de ciencias sociales de la Colección Bicentenario
del Ministerio del Poder Popular para la Educación, Bracho asegura a madres y
padres que no hay nada que temer de los 35 millones de textos que distribuye
gratuitamente el Gobierno Nacional; resalta que, por el contrario, responden a
lo que muchas y muchos docentes plantearon durante años. Cabe destacar que esta
no es su primera experiencia como creadora de libros para niñas, niños y adolescentes;
en el pasado hizo algunos editados por Colegial Bolivariana (COBO).
“Los libros nuestros tienen un fundamento: la
educación bolivariana, que es el árbol de las tres raíces: Simón Rodríguez,
Luis Beltrán Pietro Figueroa y Belén San Juan”, enumera, y cita también al
paradigma de la educación popular que es Paulo Freire.
“La orientación que se le da a la educación
bolivariana es liberadora”, y pretende “desarrollar el pensamiento
crítico. Su fundamento y su didáctica están en el diálogo horizontal, en el que
el docente no es la autoridad máxima que manda y lo que dice es santa palabra”.
Con los libros se busca “la libertad de pensamiento”,
reitera. Son democratizadores, no impositores: “Aquí no impone nadie”. Los
puede usar cualquier niña, niño o adolescente, sea cual sea la posición
política de su familia, insiste. “A quien tenga alguna duda, que los lea” y se
forme su propio criterio, propone.
La conversación con el Correo del Orinoco transcurre
en “la pecera”: un espacio abierto en el MPPE donde corre la brisa y se puede
ver el sol brillar. Deyanira Urbáez, coordinadora logística de la sala de
diseño de la Colección Bicentenario, va y viene con los textos que le piden
Bracho y José Azuaje, docente de física y coordinador de la serie de ciencias
naturales.
EL PUEBLO APARECIÓ
“Mi caso es especial”, dice Bracho de entrada.
Recuerda que no fue el ministerio el que le pidió a ella los libros, sino que
ella y otra profesora (Maruja Taborda) le propusieron al MPPE hacer los textos
de cuatro a sexto grado cuando Aristóbulo Istúriz, hoy gobernador de
Anzoátegui, era ministro de Educación. “Eso se me ocurrió a mí una noche” al
escuchar al comandante Hugo Chávez, relata. Cuenta que trabajaron de día y de
noche, y que entregaron el de cuarto grado, e inmediatamente les pidieron el de
quinto. “Nosotros le donamos esos libros” al Estado, refiere.
Cuando el MPPE decidió hacer la Colección Bicentenario
“me llamaron, me hablaron del proyecto y empecé a organizar los equipos”, con
gente “que tuviera el manejo de la geohistoria”. De acuerdo con sus cuentas
trabajó con más de 30 personas para hacer 6 textos de primaria y 9 de
bachillerato en ciencias sociales.
-¿Qué pensaba usted que necesitaban saber nuestras
niños, niños y adolescentes?
-En primer lugar, la verdad. Acá se dice lo que otros
libros omiten: las verdades que no les convienen.
Bracho recurre a un ejemplo: “La Independencia no la
hizo Simón Bolívar solito, pero el pueblo no aparece para nada en los textos
escolares”. Lo cierto es que el Libertador triunfó porque “metió al pueblo.
¿Quiénes hacen la historia? Los pueblos. Las dirigen los líderes, pero triunfan
con el pueblo”.
-¿A qué atribuye la omisión del pueblo?
-A un factor ideológico, porque toda educación lo
tiene. Toda la educación es un acto político e ideológico.
Aun cuando es un dato real que la lucha armada contra
los gobiernos de la época marcó la década de 1960, prácticamente ningún texto
hablaba abiertamente sobre ese tema. “Esa es una verdad histórica y no se puede
ocultar. Debe estar en los libros, y está”, incluidos hechos como los
allanamientos a las universidades perpetrados por los regímenes. “La historia
no es solamente contar guerras y triunfos”, acota.
SIN TERGIVERSACIONES
En los viejos textos se mostraba a Cipriano Castro
como un dictador; en los de la Colección Bicentenario se lo presenta como un
Presidente nacionalista, que tuvo que enfrentarse al bloqueo impuesto por las
potencias en 1902; como un hombre derrocado por los intereses de las
trasnacionales.
Bracho sostiene que la historia de la Cuarta República
no se tergiversa. A los presidentes “se les reconocen cosas que hicieron”, como
las obras públicas, el primer paso hacia la nacionalización del petróleo. “Todo
eso está reconocido, pero se dicen todos los errores también, porque eso es
histórico”.
En los textos de segundo y cuarto año se plantea, por
ejemplo, que en Venezuela comenzaron las desapariciones forzosas como práctica
de Estado impuesta por los gobiernos de los años 60 d el siglo XX.El asunto de
las clases sociales anteriormente se nombraba, pero sin razonamiento histórico;
no se respondía cómo y por qué aparecieron. Ahora se cuenta. “Todo es
irrebatible”, asegura. “Todo está basado en obras que están citadas en la
bibliografía. Son obras de sociólogos y de historiadores actuales”, destaca.
La acción de la dirigencia de Acción Democrática y
sectores militares contra el gobierno de Isaías Medina Angarita, el 18 de
octubre de 1945, fue expuesta siempre como “la revolución de octubre”. En los
libros elaborados por la profesora Bracho y su equipo se le da el tratamiento
de golpe de Estado “porque eso fue un golpe de Estado”, no una revolución,
argumenta.
A Rómulo Gallegos, presidente derrocado en 1948, se lo
valora más, no solo como novelista, sino como político, y se explica cómo fue
el golpe de Estado en su contra. “En el texto de segundo año están los
documentos que él hace cuando ya está en el exilio, y acusa a las petroleras
directamente”, comenta.
La dictadura de Marcos Pérez Jiménez y la resistencia
contra el régimen que impuso se exponen de manera más completa. “En casi todos
los libros de antes las víctimas eran de Acción Democrática”, al igual que la
resistencia, apunta Bracho. En la Colección Bicentenario “se dicen las
verdades” y se reivindica el Partido Comunista de Venezuela, que cumplió un rol
fundamental en la lucha contra Pérez Jiménez. La maestra es una de las
protagonistas de la época; nacida en 1928, tenía poco más de 20 años cuando le
tocó luchar por la libertad contra el régimen perezjimenista.
El Pacto de Punto Fijo no se registra de la forma
borrosa del pasado, sino como un acuerdo que comenzó en Nueva York y que dejó
fuera al PCV, aun cuando la tolda del gallo rojo batalló contra la dictadura.
“Es la verdad histórica”, manifiesta.
Las visitas del presidente estadounidense Richard
Nixon (1958) y del comandante Fidel Castro (1959) son reseñadas en los textos.
“Eso demostraba ya como iban a ser los resultados de las elecciones” que ganó
el líder de AD, Rómulo Betancourt, en 1959.
-¿Cómo se trata la figura de Betancourt?
-Con respeto, porque hay que reconocerle que fue un
gran líder que cometió errores.
En los libros usados anteriormente “nunca se incluían
los allanamientos a las universidades” perpetrados en los años 60, 70 y 80,
pero “eso es verdad”, realmente ocurrió. Al presidente Raúl Leoni (que gobernó
desde 1964) también se lo describe “con la verdad histórica”.
El Caracazo se cuenta como una rebelión popular. El
golpe de Estado de 2002 se registra como sucedió, con grandes marchas
bolivarianas y opositoras; también se describe la autojuramentación de Pedro
Carmona Estanga, el 12 de abril de 2002, con el decreto que echó por tierra
todo el Estado de derecho del país. “Hay un crítico que dice que eso no tiene
por qué aparecer porque eso todavía no es historia. Yo le respondo que eso no
es verdad, que sí existe la historia reciente” que no está en la
historiografía, sino escribiéndose.
CIENCIA CON CONCIENCIA
José Azuaje encabezó el equipo que elaboró los textos
de ciencias para primaria y bachillerato. Cuenta que la primera etapa -de
preproducción- comenzó entre 2010 y 2011, con una sistematización de las
investigaciones relacionadas con el área de ciencias naturales. “Es un equipo
formado por docentes, docentes investigadores” y maestras y maestros de aula
que apoyaron en la adaptación del lenguaje.
Con todo ese trabajo se propuso “un proyecto
curricular”, con los contenidos que se podrían desarrollar en el área de
ciencias naturales. El resto del esfuerzo fue asumido por el equipo de
diseñadoras, diseñadores, ilustradoras, ilustradores, diagramadoras y
diagramadores del despacho educativo. De ese primer momento surgieron los
libros de primaria. “En una segunda etapa, en el año 2012, en 2013, se
escribieron los siete libros de educación media con un grupo más amplio” que
llegó a sumar 45 personas de “todas las áreas del conocimiento en el área de
ciencias naturales; es decir, en biología, física, química, ciencias de la
tierra, fundamentalmente, para mantener y desarrollar el enfoque
interdisciplinario”.
La propuesta editorial de los libros de ciencias
naturales “trata de romper con el esquema tradicional de los libros de texto en
esas áreas”, refiere Azuaje, quien destaca el amplio desarrollo de “la
pedagogía y la didáctica de la educación científica en el ámbito mundial, en el
ámbito latinoamericano, y en el ámbito nacional”. Pero esos aportes
anteriormente no eran sumados: “Los resultados de esas investigaciones no eran
incorporados en las líneas editoriales; es decir, los libros se seguían
haciendo de la misma manera desde hace 40, 30 y 20 años atrás, y en todo ese
periodo de tiempo hubo un gran avance en la conceptualización y la praxis de la
educación científica, y eso en todos los niveles y en todos los ámbitos”.
Por ello, lo primero que se propuso el equipo a cargo
del área de ciencias naturales de la Colección Bicentenario fue no reproducir
“los mismos males que las líneas editoriales tradicionales han venido
desarrollando”, y que estimula “el aprendizaje por repetición, por
memorización” en lugar del razonamiento y los procesos.
PENSAR CON CABEZA PROPIA
En cambio, contrasta Azuaje, en la Colección
Bicentenario se adoptaron tres posturas: una, el humanismo científico, que
vincula el saber con el contexto sociohumano y socioproductivo y promueve
relaciones de hermandad entre los seres humanos y de los seres humanos con la
naturaleza. “Eso es lo que nosotros concebimos como una educación crítica y
liberadora”.
Otra es la pedagogía crítica y liberadora, que
significa “tener la posibilidad de desarrollar en la ciudadanía unas
potencialidades que le permitan empoderarse de la realidad” y determinar “qué
es lo éticamente correcto, qué es lo humanamente justo, y qué es lo
ecológicamente sustentable”, para tomar decisiones sobre la forma “en que se
relaciona con los demás, y con la naturaleza”. Esa pedagogía crítica lleva a
problematizar la realidad y transformarla: “Es decir, la necesidad de
transformar aquellas relaciones que el ciudadano crítico establece que no están
funcionando de manera adecuada”.
El tercer aspecto es “una didáctica centrada en
procesos”, con “un planteamiento bastante novedoso”, detalla. De acuerdo con
Azuaje, “la mayoría de los libros tradicionales centran su didáctica en los
contenidos, en el manejo y retención de los contenidos. Nosotros planteamos una
integración de los contenido con procesos”. Procesos que son las actividades
que aparecen en todos los textos, los de primer grado y los de quinto año.
Las actividades “lo que quieren es promover que las y
los estudiantes piensen científicamente, puedan desarrollar un pensamiento
crítico, científico” y que puedan “expresarse científicamente, tanto de la
forma oral como de la forma escrita, pero también puedan participar de procesos
fundamentales de las ciencias en la investigación, la creación, la innovación”.
Y también “que el niño o la niña tengan la oportunidad de reflexionar
críticamente sobre esos contenidos y esos procesos”.
Lo importante, opina el docente, es que las pequeñas y
los pequeños entiendan por qué la ciencia es importante para sus vidas. “Esa es
una pregunta que los niños y las niñas nos han hecho siempre a los maestros:
¿Para qué me sirve lo que tú me estás enseñando? ¿Para qué me sirve la
matemática o para qué me sirve la física, o para qué me sirve la química?
Nosotros estamos tratando de no dejar esa respuesta de forma vaga”, expresa
Azuaje.
-¿Y qué respuesta les da?
-La respuesta que les estamos dando es esa
integración, cómo los libros se pueden vincular con tu vida. Y eso es desde
primer grado hasta quinto año.
HABLAR SOBRE CIENCIA DESDE LA INFANCIA
Con la Colección Bicentenario la ciencia está
presente, incluso, en primer grado. El profesor José Azuaje replica a quienes
los critican o dicen que son “superficiales” que solo el de cuarto año, Energía
para la vida, consta de dos tomos de 288 páginas cada uno.
En cuarto grado, por ejemplo, “estamos colocando unos
contenidos que jamás habían sido tratados”, como “el estudio del átomo y de la
célula, el mundo de lo pequeño”, con las adaptaciones pedagógicas y didácticas.
En sexto grado se plantea la noción de salvar el planeta para que niñas y niños
“puedan desarrollar una conciencia ecológica, sustentable, armoniosa, en su
relaciones con el mundo natural”.
En los de educación media se trabajan “de manera
interdisciplinaria cuatro áreas del saber”: la física, la química, la biología
y las ciencias de la tierra. En primer grado se habla de física sin nombrar la
física. Uno de los temas es “la alegría del movimiento”, en el que se trabajan
“algunos conceptos básicos que para un niño de primer grado es importantes
reconocer”, como el movimiento en su entorno, si es lento o rápido, el
movimiento en el juego.
Los textos no están concebidos “para que la niña o el
niño memoricen y repitan como lorito una cantidad de definiciones, sino para
que aprendan haciendo, aprendan participando. Y eso es lo que nosotros hemos
llamado un proceso de investigación, creación o innovación. Y eso se puede
desarrollar hasta en un niño de primer grado”.
-¿Qué cambios implica para la docente o el docente?
-Implica un cambio porque el docente tiene que tener
en este caso una actitud y una mentalidad mucho más abierta a la participación,
más abierta hacia la creatividad. También el docente tiene que reconocerse como
un investigador nato.
Al menos en dos unidades educativas del estado
Táchira, en el suroeste de Venezuela, se practicó los días 28 y 29 de
abril la reprochable actividad de quemar o destruir libros, una acción comúnmente
asociada con fanatismo religioso o político, o con la intención de exterminar
una cultura para imponer otra. La práctica contó con el agravante de que fue
realizada por menores de edad, acompañados por personas adultas de las que
no se ha podido determinar si se trata de padres o profesores.
La destrucción de libros en el Colegio Santa Teresita
del Niño Jesús, ocurrió el pasado 29 de abril en el sector Pueblo Nuevo de la
ciudad de San Cristóbal, y los libros destrozados fueron lanzados en la Av. Ferrero
Tamayo.
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